Tiempo de tormenta. El viento hace bambolear los mástiles en que se asientan las velas de este barco cada vez más saboteado. La madera cruje y, realmente, esta vez no sabemos si el barco verdaderamente puede zozobrar. Se inclina de costado, se hunde la proa, se levanta la popa… y viceversa mientras yo no se si echarme a nadar o quedarme sujeto a las cuerdas que he agarrado desde el hueco por el que se accede a cubierta. Son sogas en un estado lamentable, pero me hacen avio, me sujetan. No quiero salir - una vez más - de mi camarote, a pesar de que hay voces me insisten en que me mueva y salga. Me convierto en invisible, me escondo, hago como si no oyera… y el caso es que el barco se hunde y resurge a cada minuto como si fuera a incrustarse en las simas oceánicas y, en el último momento, un soplo, surgido de no se sabe que dios menor, lo elevara sobre las olas y yo sigo aquí, sin saber si subir o bajar, permanecer inmóvil o hacer un supremo esfuerzo y trasladarme a la superficie para así, al menos, ver el aire oscuro de la tarde y tratar de encontrar un espacio de esperanza entre las nubes.
sábado, 13 de enero de 2018
ARCHIVO
Guarda ese pequeño lugar
en tu corazón
donde limar el absurdo
de los sucesos.
Presérvalo de la mirada del cerebro
para el azar caliente de los sueños.
Deja su espacio
como la habitación propia
en que se guarda
el diario íntimo de los deseos.
No abras su puerta a extraños.
Allí duerme un niño
que crece y se descrece.
Allí están los juguetes desbaratados
y las hojas amarilleadas
de una primera redacción.
Allí, en la consola
imaginaria de tu mente,
el archivo,
lleno de apuntes,
sobre lo imprevisible.
El cheque pagado por vivir.
El recibo por habitar la Tierra.
Guarda, guarda ese pequeño lugar
en tu corazón,
y no digas nunca
que esta amueblado
con el paso de la incertidumbre.
Ni que esconde la ceniza,
resto de la hoguera
de los sentimientos.
No les digas, tampoco,
a los contadores de lo útil,
que los cachivaches
tienen historia,
que los retratos están vivos,
que los huecos
tienen rastros de alma,
que tu casa
es de arcilla y terciopelo
y con llaves de aire
cierras sus secretos.
ENTRADA... Y SALIDA.
CITA INICIAL PARA MI POEMARIO ESPARTACO QUE IGUAL SE PUBLICA ANTES DE QUE PONGA EL EPITAFIO EN LA QUE SERÁ MI INEXISTENTE LÁPIDA, PORQUE ESO LO TENGO CLARO, LO DE LA LÁPIDA. YO NO ME VOY A PASAR EL RESTO DE LA TAN, PARA ALGUNOS, ANHELADA "ETERNIDAD", DEBAJO DE UNA PIEDRA.
EPITAFIO
"Hoy, cualquier día del presente que alguna vez fue futuro, vencido y desarmado el ejército de los sueños, la guerra ha terminado"
Conservad mi memoria durante un tiempo aquellos que me queríais y gracias por compartir el esfuerzo, la lucha y el intento. A vosotros, os quiero. Al demiurgo decirle solamente: "¿No te da vergüenza?"
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