jueves, 6 de septiembre de 2018

ESCRIBIR Y OTROS OFICIOS DE LA AVENTURA HUMANA.



                 Un libro necesita contenido, utilidad y que no te defraude en la distancia. Arrojar por la borda el algoritmo para que la claridad  ilumine la estancia de la mente y señale caminos a la interpretación, no a la confusión. Autores en busca de la fama, arañas prendidas de su ego como hilo de seda que les ata a la necesidad de reconocimiento. El vacío y la otredad como referente, sin dar a esa otredad lo único que salva: construir las vigas para apoyar la vida. La salvación solo puede darla  la propia conciencia y la afirmación anónima y secreta del ser.  No hay más equipaje para el escritor que el que pueda guardar en su interior. La búsqueda de galardones y las firmas de los lectores son un chiste de ridícula superioridad que nos desgaja de la humanidad. ¿Firmar el qué? ¿Firmar el trabajo, la puesta en marcha de una mirada? ¿Firmar el usufructo de la propiedad de unas líneas escritas? ¿No está el nombre de modo suficiente en el libro? Esas exhibiciones periódicas en las que, encerrados en una caseta, nos sometemos a la observación y el escrutinio del paseante y convertimos el alma en mercancía, esas presentaciones en las que el editor y el autor esperan con ansiedad que el auditorio se llene de amigos expectantes o curiosos y posibles compradores. Yo siempre entenderé al editor y pocas veces a algunos de esos autores. El editor genera y asume el riesgo de la edición. Necesita el producto. Va más allá – tiene que ir, le va la vida en ello – de ese estúpido ego mendicante de algunos escritores, curiosamente nunca los mejores. Pero el autor busca otra cosa. La mayoría intentan que la vanidad les envuelva, ese momento en el que son el centro del universo y la admiración toca su nombre. Al lado, en minoría, algunos solo buscan la estética profunda del libro, con sus hojas y cubiertas, su concreción. Eso es lo que queda para los días de lluvia y espera, para el otoño y el invierno, para saber que estamos vivos. Mientras, en las páginas de la aventura humana, la escritura es diversa. Hecha con letra, pero aún más con argamasa, madera y piedra. Aún más con el esfuerzo de los que nada firman.

sábado, 28 de julio de 2018

COMO LA IMAGINACIÓN Y LA MEMORIA CONFORMAN LA CULTURA.


                  La gran fortuna de poder imaginar es que convertimos la irrealidad en realidad. Todo lo que imaginamos permanece mezclado con lo que pasó, aunque no haya ocurrido exactamente como lo recordamos o se cuenta, e incluso no haya sucedido jamás. Siempre he creído que los personajes de todas las novelas y relatos son tan reales como sus autores. El camino de descubrimiento de las sensaciones que discurre entre la mente y el corazón tiene siempre destinatario, aunque no lo conozcamos o esté oculto en el misterio de un universo que fue de papel y ahora es de ondas electromagnéticas. Ambos conforman memoria. Y la memoria, la propia y la ajena, acumula el transcurso de todas las historias desde el comienzo de la Humanidad, desde los albores de la cultura. Esa cultura que nos hace evolucionar de modo más libre y permite que cada acción nazca sobre tierra labrada y cultivada, no sobre una superficie yerma sobre la que nada se recoge. Cultura que va uniendo eslabones más allá de los individuos concretos que la enriquecen y que empuja en su desarrollo a todas las sociedades. Cultura y memoria que permiten que la añoranza y la nostalgia sean un motor de vida y no permanezcan inservibles en un baúl cerrado en medio de la disolución y la oscuridad.

sábado, 13 de enero de 2018

DIARIO DE NAVEGACIÓN



Tiempo de tormenta. El viento hace bambolear los mástiles en que se asientan las velas de este barco cada vez más saboteado. La madera cruje y, realmente, esta vez no sabemos si el barco verdaderamente puede zozobrar. Se inclina de costado, se hunde la proa, se levanta la popa… y viceversa mientras yo no se si echarme a nadar o quedarme sujeto a las cuerdas que he agarrado desde el hueco por el que se accede a cubierta. Son sogas en un estado lamentable, pero me hacen avio, me sujetan. No quiero salir - una vez más - de mi camarote, a pesar de que hay voces me insisten en que me mueva y salga. Me convierto en invisible, me escondo, hago como si no oyera… y el caso es que el barco se hunde y resurge a cada minuto como si fuera a incrustarse en las simas oceánicas y, en el último momento, un soplo, surgido de no se sabe que dios menor, lo elevara sobre las olas y yo sigo aquí, sin saber si subir o bajar, permanecer inmóvil o hacer un supremo esfuerzo y trasladarme a la superficie para así, al menos, ver el aire oscuro de la tarde y tratar de encontrar un espacio de esperanza entre las nubes.


ARCHIVO


Guarda ese pequeño lugar

en tu corazón

donde limar el absurdo

de los sucesos.

Presérvalo de la mirada del cerebro

para el azar caliente de los sueños.

Deja su espacio

como la habitación propia

en que se guarda

el diario íntimo de los deseos.

No abras su puerta a extraños.

Allí duerme un niño

que crece y se descrece.

Allí están los juguetes desbaratados

y las hojas amarilleadas

de una primera redacción.

Allí, en la consola

imaginaria de tu mente,

el archivo,

lleno de apuntes,

sobre lo imprevisible.

El cheque pagado por vivir.

El recibo por habitar la Tierra.


Guarda, guarda ese pequeño lugar

en tu corazón,

y no digas nunca

que esta amueblado

con el paso de la incertidumbre.

Ni que esconde la ceniza,

resto de la hoguera

de los sentimientos.


No les digas, tampoco,

a los contadores de lo útil,

que los cachivaches

tienen historia,

que los retratos están vivos,

que los huecos

tienen rastros de alma,

que tu casa

es de arcilla y terciopelo

y con llaves de aire

cierras sus secretos.

ENTRADA... Y SALIDA.

CITA INICIAL PARA MI POEMARIO ESPARTACO QUE IGUAL SE PUBLICA ANTES DE QUE PONGA EL EPITAFIO EN LA QUE SERÁ MI INEXISTENTE LÁPIDA, PORQUE ESO LO TENGO CLARO, LO DE LA LÁPIDA. YO NO ME VOY A PASAR EL RESTO DE LA TAN, PARA ALGUNOS, ANHELADA "ETERNIDAD", DEBAJO DE UNA PIEDRA. 

 EPITAFIO
"Hoy, cualquier día del presente que alguna vez fue futuro, vencido y desarmado el ejército de los sueños, la guerra ha terminado" 
Conservad mi memoria durante un tiempo aquellos que me queríais y gracias por compartir el esfuerzo, la  lucha y el intento. A vosotros, os quiero. Al demiurgo decirle  solamente: "¿No te da vergüenza?"