Un
libro necesita contenido, utilidad y que no te defraude en la distancia.
Arrojar por la borda el algoritmo para que la claridad ilumine la
estancia de la mente y señale caminos a la interpretación, no a la confusión.
Autores en busca de la fama, arañas prendidas de su ego como hilo de seda que
les ata a la necesidad de reconocimiento. El vacío y la otredad como referente,
sin dar a esa otredad lo único que salva: construir las vigas para apoyar la
vida. La salvación solo puede darla la propia conciencia y la afirmación
anónima y secreta del ser. No hay más equipaje para el escritor que
el que pueda guardar en su interior. La búsqueda de galardones y las firmas de
los lectores son un chiste de ridícula superioridad que nos desgaja de la
humanidad. ¿Firmar el qué? ¿Firmar el trabajo, la puesta en marcha de una
mirada? ¿Firmar el usufructo de la propiedad de unas líneas escritas? ¿No
está el nombre de modo suficiente en el libro? Esas exhibiciones
periódicas en las que, encerrados en una caseta, nos sometemos a la observación
y el escrutinio del paseante y convertimos el alma en mercancía, esas
presentaciones en las que el editor y el autor esperan con ansiedad que el
auditorio se llene de amigos expectantes o curiosos y posibles compradores. Yo
siempre entenderé al editor y pocas veces a algunos de esos autores. El editor
genera y asume el riesgo de la edición. Necesita el producto. Va más allá –
tiene que ir, le va la vida en ello – de ese estúpido ego mendicante de algunos
escritores, curiosamente nunca los mejores. Pero el autor busca otra cosa. La
mayoría intentan que la vanidad les envuelva, ese momento en el que son el
centro del universo y la admiración toca su nombre. Al lado, en minoría,
algunos solo buscan la estética profunda del libro, con sus hojas y cubiertas,
su concreción. Eso es lo que queda para los días de lluvia y espera, para el
otoño y el invierno, para saber que estamos vivos. Mientras, en las páginas de
la aventura humana, la escritura es diversa. Hecha con letra, pero aún más con
argamasa, madera y piedra. Aún más con el esfuerzo de los que nada firman.
jueves, 6 de septiembre de 2018
sábado, 28 de julio de 2018
COMO LA IMAGINACIÓN Y LA MEMORIA CONFORMAN LA CULTURA.
sábado, 13 de enero de 2018
DIARIO DE NAVEGACIÓN
Tiempo de tormenta. El viento hace bambolear los mástiles en que se asientan las velas de este barco cada vez más saboteado. La madera cruje y, realmente, esta vez no sabemos si el barco verdaderamente puede zozobrar. Se inclina de costado, se hunde la proa, se levanta la popa… y viceversa mientras yo no se si echarme a nadar o quedarme sujeto a las cuerdas que he agarrado desde el hueco por el que se accede a cubierta. Son sogas en un estado lamentable, pero me hacen avio, me sujetan. No quiero salir - una vez más - de mi camarote, a pesar de que hay voces me insisten en que me mueva y salga. Me convierto en invisible, me escondo, hago como si no oyera… y el caso es que el barco se hunde y resurge a cada minuto como si fuera a incrustarse en las simas oceánicas y, en el último momento, un soplo, surgido de no se sabe que dios menor, lo elevara sobre las olas y yo sigo aquí, sin saber si subir o bajar, permanecer inmóvil o hacer un supremo esfuerzo y trasladarme a la superficie para así, al menos, ver el aire oscuro de la tarde y tratar de encontrar un espacio de esperanza entre las nubes.
ARCHIVO
Guarda ese pequeño lugar
en tu corazón
donde limar el absurdo
de los sucesos.
Presérvalo de la mirada del cerebro
para el azar caliente de los sueños.
Deja su espacio
como la habitación propia
en que se guarda
el diario íntimo de los deseos.
No abras su puerta a extraños.
Allí duerme un niño
que crece y se descrece.
Allí están los juguetes desbaratados
y las hojas amarilleadas
de una primera redacción.
Allí, en la consola
imaginaria de tu mente,
el archivo,
lleno de apuntes,
sobre lo imprevisible.
El cheque pagado por vivir.
El recibo por habitar la Tierra.
Guarda, guarda ese pequeño lugar
en tu corazón,
y no digas nunca
que esta amueblado
con el paso de la incertidumbre.
Ni que esconde la ceniza,
resto de la hoguera
de los sentimientos.
No les digas, tampoco,
a los contadores de lo útil,
que los cachivaches
tienen historia,
que los retratos están vivos,
que los huecos
tienen rastros de alma,
que tu casa
es de arcilla y terciopelo
y con llaves de aire
cierras sus secretos.
ENTRADA... Y SALIDA.
CITA INICIAL PARA MI POEMARIO ESPARTACO QUE IGUAL SE PUBLICA ANTES DE QUE PONGA EL EPITAFIO EN LA QUE SERÁ MI INEXISTENTE LÁPIDA, PORQUE ESO LO TENGO CLARO, LO DE LA LÁPIDA. YO NO ME VOY A PASAR EL RESTO DE LA TAN, PARA ALGUNOS, ANHELADA "ETERNIDAD", DEBAJO DE UNA PIEDRA.
EPITAFIO
"Hoy, cualquier día del presente que alguna vez fue futuro, vencido y desarmado el ejército de los sueños, la guerra ha terminado"
Conservad mi memoria durante un tiempo aquellos que me queríais y gracias por compartir el esfuerzo, la lucha y el intento. A vosotros, os quiero. Al demiurgo decirle solamente: "¿No te da vergüenza?"
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