miércoles, 3 de junio de 2015

EXCESO DE INFORMACIÓN


Mis blogs... Dos espacios, dos lugares en los que me encuentro, sobre todo, conmigo mismo. Los blogs personales literarios (y de todo tipo) pierden visitas. Salvo los de gente a los que los medios de comunicación convierten en estúpidos iconos y que tienen millones seguidores lo normal es que la gente no entre de forma asidua en las páginas y blogs de los otros. Es lógico. La sociedad nos empuja a una vida sin reposo y en la que existe un exceso de información. No damos abasto en las entradas, la lectura, los comentarios... Somos millones de personas y cada una tiene, para sí misma, la vida más interesante y las cosas más interesantes -según su óptica- para escribir y compartir. Es por ello que he decidido dejar mis blogs como sitios de referencias personales, almacenes de identidad y memoria que me sirvan, sobre todo, a mi. Evidentemente, hasta que Google deje de ser el almacén general de todos o una buena explosión electromagnética del astro principal de nuestro sistema planetario mande todo al infierno. Así que esta entrada es, simplemente, una reflexión sobre las razones por las que este blog, ESPACIO PERSONAL DE EMILIO PORTA, así como mi segundo blog - más literario y un poco menos filosófico que este, aunque también, porque no concibo la literatura sin pensamiento - PÁGINA PERSONAL DE EMILIO PORTA, van a tener futuras entradas contadas. Solía poner una entrada al mes... pero me olvidaré de los periodos y pondré en los blogs los escritos que quiera guardar más allá de los archivos de mi propio ordenador - tan frágiles que dependen del funcionamiento de una máquina - y sin tener demasiado en cuenta el tiempo. En realidad los blogs, tal y como están pensados por la mayoría, son solo escaparates de la vida social. Y a mi, sinceramente, ese aspecto, cada día me trae más al fresco, que es una expresión muy castellana y gráfica. No es que no me importen los amigos, no es que no me importe el mundo... es solo que he aprendido a analizar y ver con claridad donde están las prioridades, mías y de los demás. No, no hay tiempo ni posibilidad de atender a todo. Y, además... ¿para qué?